Asegurarnos de que todos los niños y niñas tengan acceso a sus derechos fundamentales es nuestra obligación para asegurarnos de que tengan una infancia plena y un futuro digno. Es en esa primera etapa de su vida cuando desarrollan todas sus capacidades intelectuales, físicas, emocionales y sociales que serán la base de su desarrollo como adultos.
Pero desafortunadamente, no todos los menores tienen las mismas oportunidades de crecer en un entorno seguro y con los recursos necesarios que les permitan tener una infancia feliz, pudiendo acceder a cosas tan básicas como la educación, una adecuada alimentación y un ambiente que les proporcione un buen desarrollo físico y emocional.
Por diversas circunstancias, algunos niños y niñas viven en situaciones de precariedad, peligro o exclusión social o quizás incluso un absentismo escolar prolongado provocado por el propio menor. Estas circunstancias les impiden tener acceso a derechos tan fundamentales como la educación, la alimentación y la salud, y a algo tan necesario para su correcto desarrollo emocional como es la convivencia familiar y el ocio.
Para poder atender a esos niños y niñas que se encuentran en esta situación de vulnerabilidad, existen las escuelas hogar. Son centros educativos que se ocupan de cubrir todas las necesidades de los menores. En estos centros se ocupan de proporcionarles un alojamiento adecuado, alimentación y educación, además de una atención personalizada a los que la necesitan. Gracias a estas escuelas hogar es posible garantizar el derecho a la educación de todos los niños y niñas, contribuir a su bienestar y pleno desarrollo, y favorecer su inclusión social.
En qué se diferencia una escuela hogar y una residencia escolar
Aunque por su nombre puedan parecer lo mismo no lo son. Por sus características y su funcionamiento hay algunas diferencias importantes entre una escuela hogar y una residencia escolar.
Las residencias escolares están pensadas principalmente para alumnos que, por motivos de distancia o cualquier otra circunstancia, tienen que cursar sus estudios lejos de su casa. De esta forma, estos centros se convierten en su hogar mientras dura el curso escolar. Allí disponen de dormitorio, comedor, salas de estudio, biblioteca, actividades de refuerzo, etc., y están supervisados por personal responsable que se encarga de que estén seguros y bien atendidos.
En cuanto a las escuelas hogar son centros preparados para dar acogida a menores que, por problemas familiares o sociales, necesitan un hogar y una atención especial. Además de habitaciones y comedor, cuentan con instalaciones para poder estudiar por la tarde, y lugares de ocio. Y un equipo de profesionales cualificados compuesto por profesores, asistentes sociales, psicólogos y personal de servicio, se encargan de atender todas sus necesidades y de ofrecerles un entorno confortable, acogedor y seguro.
¿Qué requisitos hay que cumplir para poder acceder?
Para poder acceder a una escuela hogar, se tienen que cumplir una serie de requisitos. Estos pueden ser diferentes dependiendo de cada comunidad autónoma o del propio centro. Pero, en general los más comunes son los siguientes:
- Tener edad para cursar estudios de primaria, secundaria o bachiller. En algunos centros, dependiendo de las necesidades especiales del alumno, incluso para estudios superiores.
- Demostrar que tienen una situación familiar o personal adversa, o que por razones de distancia o de transporte, tiene dificultades para poder acceder a un centro educativo adecuado.
- Disponer de un informe favorable de los servicios sociales de su ayuntamiento.
Las solicitudes para obtener una plaza en una escuela hogar se presentan en las fechas que establece cada comunidad autónoma, que por regla general son entre los meses de abril y junio para el curso que comienza en septiembre siguiente.
Beneficios de las escuelas hogar
Las escuelas hogar cumplen con un papel fundamental en nuestra sociedad puesto que ayudan a los menores más vulnerables a tener una infancia digna y una oportunidad de futuro. Uno de los más importantes es que garantizan su derecho a la educación, sin importar su situación familiar o personal. Además, son un gran apoyo para las familias que por circunstancias económicas, laborales o sociales, no pueden atender a sus hijos como realmente les gustaría y se merecen.